10 julio

Reflexión viernes 10 de julio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,16-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor

Reflexión

Un general americano fue duramente criticado porque en una emboscada bombardeó inútilmente una ciudad. Él se defendió diciendo que era responsable de sus soldados: no podía mandarlos a donde se habría podido esconder el enemigo. También los padres verifican el lugar y el ambiente donde mandan a sus hijos para estar seguros de que no sufrirán daños. Cristo se comporta de modo absolutamente distinto: manda a sus apóstoles como ovejas en medio de lobos, es decir en territorio enemigo y sin protección. La imagen análoga en el Antiguo Testamento es la de David que va a luchas contra Goliat, prácticamente inerme, pero sin ningún miedo, porque va en nombre del Señor. En el Nuevo Testamento tenemos el ejemplo del mismo Cristo. Ante Pilato, el procurador romano que afirma tener sobre Él el poder de liberarlo o matarlo, Jesús responde a cara descubierta: “No tendrías ningún poder sobre mí, si no te hubiera sido dado de los alto”.

La fe en la Providencia no se basa en condiciones favorables o desfavorables, sino en la convicción de que Dios está con nosotros. San Juan Clímaco escribe que, si tenemos temor de Dios, todos los demás temores desaparecen.

La serpiente no es un animal simpático. Ni siquiera tenía buena fama en la Biblia o entre los pueblos antiguos. Por este motivo, el consejo de Cristo de ser prudentes como serpientes, ha tenido miles de interpretaciones distintas y fantasiosas. Según Rabano Mauro, la serpiente que cambia la piel es la metáfora de lo que debe hacer un cristiano, desvestirse del hombre viejo. Si la serpiente ha engañado al hombre en el paraíso, el hombre ha de ser más listo que ella para convencerla de la verdad.

Todas estas interpretaciones son un poco forzadas, pero sirven de punto de partida para reflexionar. ¿Es una cualidad la prudencia de la serpiente? En general, no nos gusta quien está demasiado pendiente de sus propios intereses. Admiramos más bien a quien está pendiente de los de los demás y demuestra delicadeza, sensibilidad y sentido de la responsabilidad en relación con el prójimo. Así debe ser el verdadero Apóstol de Cristo y todo buen cristiano.

La serpiente no tiene muy buena fama, sin embargo la paloma tiene muy buena fama. Si decimos que alguien tiene el carácter de una paloma, lo halagamos: San Jerónimo cree que Jesús utiliza la comparación con la paloma como contrapeso a la comparación negativa de la serpiente. Ni siquiera es necesario buscar argumentos a favor de la bondad de las palomas. Su mismo aspecto da testimonio de ella. Un famoso compositor Checo decía: nadie la teme y no atacan a nadie. Que los apóstoles y los cristianos sean como ellas.

En general, aceptamos gustosamente sugerencias y consejos de aquellos que no nos dan miedo y de quienes nos fiamos. Una vez preguntaron a una superiora religiosa por qué había tantas novicias en su monasterio. Ella respondió sencillamente como una paloma: las muchachas se sienten a gusto y en paz. Cristo quiere ser apóstol de la Paz.

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