Misión imposible. Fallout

Año: 2018
País: EE.UU
Género: Acción. Thriller
Dirección: Christopher McQuarrie
Guión:  Christopher McQuarrie
Intérpretes: Tom Cruise, Alec Baldwin, Simon Pegg, Ving Rhames, Rebecca Ferguson, Michelle Monaghan, Henry Cavil, Angela Bassatt, Vanessa Kirby, , Sean Harris.
Música: Lorne Balfe
Fotografía: Rob Hardy

Superproducción de acción trepidante. Su espectacular puesta en escena, el buen hacer de los protagonistas (incluidos los actores secundarios) y la acertada banda sonora hacen de Misión Imposible: Fallout, una de las mejores películas del verano, posiblemente la mejor de acción de la última década y, sin duda, la mejor entrega de la saga hasta la fecha. Impacta la brillante combinación de secuencias de una tensión vertiginosa, con ocasionales momentos de humor que no desentonan nunca, no pecan de exceso y siempre son oportunos. En la cinta seguimos riéndonos como lo hemos hecho con las anteriores entregas.

Tom Cruise demuestra que a sus 56 años sigue estando en plena forma además de ser un actor capaz jugarse literalmente la vida frente a las cámaras -siempre se ha negado a ser sustituido por especialistas-, y ofrecer un espectáculo definitivo. Nos situamos ante uno de los films más deslumbrantes del género blokcbuster de infarto, compendio de excelentes secuencias de acción -que remiten a momentos de anteriores entregas-, todas ellas capaces de generar tal tensión que dejan al espectador casi sin aliento. “Me encuentro jadeando. Como después de haber corrido para coger el último bus de madrugada o como cuando acaba el último capítulo de temporada de Juego de tronos: exhausta por el esfuerzo y la emoción. Hoy he vuelto a salir acelerada de una sala de cine. Por alguna razón mágica que aún me sigue sorprendiendo, ver a Tom Cruise durante dos horas y media saltando desde edificios, persiguiendo helicópteros, atravesando una tormenta  en paracaídas, luchando con los puños en un lavabo público o escapando de la policía francesa en moto a 200 kilómetros por hora me ha hecho sudar sin moverme de la butaca. Misión Imposible: Fallout es la sesión de gimnasio que llevabas meses esperando. Dale, Tom, dale”, escribe, no sin humor una espectadora.

Y es que lo mejor de la película son las escenas de acción y, lo más difícil, escoger una de entre ellas. Se trata de una auténtica sinfonía de vertiginoso entretenimiento en el que hay espacio para las peleas cuerpo a cuerpo; para contemplar una concatenación de persecuciones motorizadas trepidantes en las que vemos al actor correr y correr por la superficie de todos los elementos urbanísticos de París -aprovechados al máximo-, en una carrera  que parece no tener fin; para observar con incredulidad la espectacular secuencia que muestra un salto de Cruise en paracaídas rodada por el propio actor, y asistir finalmente al tremebundo climax del duelo final de dos helicópteros embutidos en un precipicio, en el que nuestro protagonista accede al interior de uno de ellos en pleno vuelo, trepando por una cuerda y tomando en control de los mandos ¡increíble!. Las secuencias regadas con adrenalina aparecen aquí como nunca vistas.

La nueva cinta -siendo una película de acción-, da mucha importancia al elemento humano. MacQuarrie ha apostado por situar el perfil de los personajes por delante de la acción aunque el metraje esté plagado de secuencias de alta tensión. Articula el guion en torno a cada individuo mostrando unas emociones más maduras y más dignas -que no pasan inadvertidas- que en anteriores franquicias. Muestra con acierto distintas tramas románticas y busca solución a alguna de las relaciones personales de su protagonista.

 El personaje que encarna Tom Cruise -el ya mítico Ethan Hunt-, no es ahora el de un superhéroe sin sentimientos, un superhombre que puede con todo. Se erige como un héroe trágico, por primera vez frágil y superado por las circunstancias. Sus emociones y tensiones son más exploradas que nunca, y su relación única e inimitable con el papel que encarna Michelle Monaghan -su amor, su esposa y su renuncia-, adquiere tonalidades altamente emotivas al explicar el final del matrimonio. Replantea una de las cuestiones antropológicas más recurrentes en la cultura actual: ¿es legítimo salvar la vida de una persona si ello significa poner en peligro la vida de muchas otras?  Aunque no tiene gran cosa que decir ahí queda latente una pregunta para la reflexión.

Observemos al espectador: desde primer momento, gracias al acertado guion de McQuarrie y a la palpitación que produce la eficiente banda sonora compuesta por Lorne Balfe, se descubre sumergido en el nervio que recorren las escenas de la película, en el suspense continuo, en la aventura y en el vertiginoso y continuo peligro mortal que persigue a los protagonistas.

Quizás viene bien recordar, en esta ocasión con un acento más vigoroso, aquellas inolvidables palabras de Julián Marías que hablan del “hechizo” que es capaz de producir una buena cinta produce en el espectador: “El que entra en un cine deja a la puerta, como se deja el paraguas, su vida real, con sus preocupaciones (…) y entra en una historia ficticia, en otras vidas y durante hora y media deja en suspenso sus pesadumbres” (La felicidad humana). 

Coín Tomás y Garrido

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