Ángela Merkel, bienvenidos a su república independiente de la moda
Según la revista estadounidense Forbes, Ángela Merkel, de 60 años, es la mujer más poderosa del mundo. Sin embargo, no puede decirse que esté en el pódium por ser la mandataria mejor vestida.
Fiel a un estilo propio bien definido, que no siempre ha gustado, pero que sorprendentemente hasta ahora ha resultado invencible. En ella prima la gestión política en detrimento de su imagen personal. Imagen sobria y austera no exenta de algún que otro desliz estilístico. Ejemplo de política coherente entre su mensaje verbal y su imagen personal, es la mujer que ha conseguido llegar a lo más alto en el liderazgo de Alemania.
En las antípodas estilísticas se encuentra Cristina Fernández de Kirchner, una de las mandatarias con mayor y variado fondo de armario, que no es el caso de Merkel, quien hace alarde de sus dos prendas predilectas: chaqueta blazer (en tonos lisos) de tres botones y pantalones de pinzas. Para ella es lo más cómodo, pues huye de tener que elegir diariamente combinaciones, colores y medias. La nota personal en los atuendos va de la mano de bolsos y collares.
La responsable de su estilismo es la diseñadora Bettina Schoenbach, afincada en Hamburgo, cuyo objetivo para vestir a la líder del partido Unión Cristiano Demócrata (CDU) no es generar unanimidad entre los modistos.
La clave comunicativa no verbal que se desprende es que la Jefa del Gobierno alemán tiene otras cosas más importantes con las que lidiar. De hecho, la canciller está muy lejos de caer en desgracia para sus electores debido a su estilismo. Está acostumbrada a imponer su criterio en la Unión Europea, quizá de ahí provenga el apodo de: “la canciller de hierro” o la “canciller teflón” porque todo le resbala.
Si nos centramos en lo que su cuerpo dice de ella con su pose ya conocido, en la que los dedos de una mano presionan ligeramente los dedos de la otra mano hasta formar una especia de campanario podríamos definirla como una persona con confianza y seguridad en sí misma y en lo que hace o dice. Es decir, se siente confiada en tener las respuestas adecuadas para todo.
Sus tres victorias electorales avalan el hecho de que su imagen difícilmente puede ser mejor de cara a los votantes.
Como curiosidad, a destacar es que repasando los actos de juramento del cargo el clásico color negro ha sido elegido por la dirigente alemana para sus chaquetas. De hecho parece a simple vista que haya utilizado el mismo traje en las tres ocasiones, aunque sabemos que no ha sido así.
Sin embargo, no ha estado eximida de críticas a algunos estilismos, como el vestido azul petróleo diseñado por Anna von Griesham para la inauguración de la nueva Ópera de Oslo en abril de 2008. Se pretendió que Ángela fuese una “princesa” aquella noche sin embargo la opinión pública no percibió correctamente tal mensaje no verbal, probablemente mal acostumbrada a la imagen masculina de la mandataria. Ante el revuelo ocasionado, la canciller federal declaró que no “habría habido tal debate con un hombre”, su por aquel entonces portavoz Thomas Steg fue más allá durante una conferencia de prensa dedicada casi íntegramente al canalillo de Merkel y se preguntó: “¿Qué puede hacer uno cuando el mundo no tiene otra cosa importante que hacer que hablar sobre un traje de noche?”.
Por la imagen “robada” que cazaron los paparazzis en bañador parece que tampoco es muy creativa en su vida privada.
Por una vez, y parece ser que no sirvió de precedente, Merkel puso de moda el bolso naranja de la marca Longchamp que cuesta unos 310€.
El diario Bild encargó un estudio de lo mucho que un bolso revela de una mujer y, la verdad no causó sorpresa, al afirmar que en el caso de Merkel le delata como una mujer de carácter, ganadora y poderosa.
Un paso más dio la publicación Der Spielgel, donde revelaba aspectos íntimos de la alemana: todas las mañanas le prepara el desayuno a Joachim Sauer (su segundo marido), tiene un sentido del humor fácil y es más alegre de lo que aparenta ante la sociedad mundial. De esta forma, la científica en física y química acrecentó y combinó así su imagen de “madre” de todo un país centro europeo con la imagen de persona con gran capacidad de trabajo y liderazgo.
Puede ser que este sea el legado de Angela Dorothea Kassner (adoptó el apellido Merkel tras la boda con su primer marido y no lo ha sustituido por el del su segundo marido), una mujer que nació en Hamburgo en el seno de una familia humilde. Su padre era reverendo evangélico y su madre era maestra de escuela.
Por los tiempos difíciles de la Alemania que le tocó vivir, es posible que provenga su austeridad y dedicación íntegra y obcecada al trabajo que bien ha sabido trasladar e implantar al mundo entero.
Ángeles Gómez Mañes. Antigua alumna del Máster en Marketing político y Comunicación institucional de la UCV.