12 mar

Reflexión domingo 12 de marzo

Lectura del santo evangelio según san Juan (4,5-42):

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice: «Señor, dame de esa agua así no tendré más sed ni tendré que venir aquí a sacarla.»
Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve.»
La mujer le contesta: «No tengo marido».
Jesús le dice: «Tienes razón que no tienes marido; has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
La mujer le dijo: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»
Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

Palabra del Señor

Reflexión

Uno de los problemas del hombre de hoy es la insatisfacción existencial: a veces vivimos insatisfechos, frustrados, vacíos, sin acabar de encontrar el sentido de la vida, sin alegría, sin rumbo… Y de una forma paradójica, porque tenemos de todo, pero nada nos acaba de llenar.
Y experimentamos esa insatisfacción porque a veces ponemos el corazón en cosas que no podrán llenarlo jamás. A veces buscamos la vi-da en los ídolos: el dinero, el poder, el placer, el éxito…
Pero no es más que un espejismo. Los ídolos no hacen más que aumentar la sed. La pasión por las cosas materiales nos hace entrar en la dinámica del egoísmo, que no lleva más que al vacío, a la insatisfacción…
La Palabra de Dios que proclamamos hoy viene a iluminar esta realidad del hombre y nos da la clave de la felicidad. El hombre tiene una sed enorme, un deseo de felicidad inmenso. Y esa sed sólo puede calmarse de una manera: sólo Dios puede llenar nuestro corazón y darnos la felicidad verdadera.
Como decía San Agustín «Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón andará inquieto mientras no descanse en ti”.
El camino para encontrar la felicidad y el sentido de la vida es que Dios esté en tu corazón, que estés re-conciliado con Él, que Él sea Señor de tu vida. Que tu vida esté centrada en Él y así tendrás dentro de ti un surtidor que calmará nuestra sed. Tendrás dentro de ti el agua vida de la gracia de Dios, del Espíritu Santo, que te hará encontrar el sentido de la vida y alcanzar la verdadera felicidad, por-que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Cuando dejes a Jesucristo reinar en tu vida, en tu corazón… podrás decir como Jesús: «Mi alimento es hacer la voluntad del Padre» y tendrás una vida llena de sentido. No vivirás como un vagabundo, sino como un peregrino.
Por eso la Palabra hoy te invita a esta conversión: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón”.
¿Cómo está tu vida? ¿Eres feliz? ¿Está Dios en tu corazón? ¿Qué hay en el centro de tu vida? ¿Quieres ser feliz? Deja que el Señor llene tu corazón, vive unido a Dios y el desierto de tu vida se transformará en un vergel, porque verás a Jesucristo en medio de tu vida, verás como el Espíritu Santo te regala poder saborear el
amor de Dios en medio de tu vida concreta, en medio del combate y de las dificultades de cada día. Porque ¿está el Señor entre nosotros o no?

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