11 jul

Reflexión lunes 11 de julio

Lectura del santo evangelio según san Mateo 19, 27-29.

 Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos?» Jesús contestó: «Os aseguro, cuando llegue la renovación, y el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, vosotros también, os sentaréis en doce tronos, para regir a las doce tribus de Israel. Y todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por causa de mi Nombre, recibirá cien veces más y tendrá por herencia la vida eterna».

Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Queridos amigos y amigas:

En este fragmento del evangelio de Mateo se nos propone el seguimiento de Jesús con total radicalidad. Convertirse al Señor es priorizar.

¿Qué nos tocará a nosotros? Pareciera ser una pregunta muy cercana a nuestra realidad… qué busca la seguridad de ciertos premios o recompensas al optar por tal o cual camino.

El Señor nos invita a tener una mirada amplia, qué es capaz de mirar más allá de las recompensas inmediatas y con ello nos llama a no engañarnos con falsas o aparentes promesas.

Con ello se insiste en que este es el camino mejor, donde recibiremos 100 veces más. ¿Qué me mueve en mis opciones cotidianas y en lo importante de la vida… las recompensas inmediatas o la promesa hecha por Jesús?

 Jesús, como Maestro que es, adiestra a los suyos en el arte de evangelizar. Les instruye con pocas consignas, pero fundamentales, para encarar de manera adecuada la misión.

Él quiere a su lado personas agradecidas y generosas.

Por ello les recomienda con encarecimiento la gratuidad. Ese valor que se está volviendo hoy raro y costoso, porque nadie da nada por nada.

Porque el Reino está pensado para ser compartido, comunicado, difundido, a todos. Particularmente a los que no pueden pagar con nada; ni siquiera con méritos propios.

El mensaje es, sin lugar a dudas, regalo. Es don. Vale muchísimo, pero no cuesta nada. Se recibe como una muestra del “amor” de Dios. Se recibe, por sorpresa, como una “muy buena suerte”. Y el Reino es valioso y suficiente. Hay que transmitirlo, debe visibilizarse, mostrarse, exhibirse, dejarse notar… La pobreza se convierte así en el ingrediente necesario de la gratuidad y en la más inequívoca manera de anunciar el Reino. Donde está tu riqueza allí está tu corazón.

Por eso hay que repartirlo gratis, sin tener miedo a que se acabe. Por ello, el clima de la repartición gratuita del Reino es la paz, la cercanía afectiva, la fraternidad universal.

Tenemos la responsabilidad pues de ser testigos de que el Señor Jesús está vivo, que ha resucitado, que camina con nosotros, que nos salva, que el Señor Jesús dio su vida por nosotros, es nuestra esperanza, nos acoge siempre y nos perdona.

He aquí el testimonio. En consecuencia, nuestra vida como la del Santo Benito Abad que celebramos hoy debe ser esto: un testimonio, un verdadero testimonio de la resurrección de Cristo.

¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.

pastoral

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