14 jun

Reflexión miércoles 14 de junio

Del evangelio según san Mateo 5,17-19: 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

– «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

En la primera lectura, san Pablo se presenta como Apóstol que ha sido capacitado por Dios para ser ministro de una alianza nueva: no de la letra, sino del Espíritu.

La Nueva Alianza está escrita no sobre tablas de piedra, sino en el corazón del hombre. Y no es letra muerta, sino Espíritu que da vida.

Esto significa que Cristo expresa el sentido pleno y espiritual de la antigua ley. Su palabra, acogida con fe, engendra un hombre nuevo, con un corazón y un espíritu nuevo. Con una manera de amar, de esperar, de vivir… totalmente nuevos.

La Nueva Alianza es el Espíritu Santo infundido por el Señor en el corazón del cristiano para “resucitar” a la gracia del perdón y a la gloria definitiva.

Y Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo Para la libertad nos ha liberado Cristo… Pero no utilicéis la libertad como estímulo para la carne… caminad según el Espíritu… el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí… los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con las pasiones y los deseos (cf. Gal 4, 6s; 5, 13s).

Por eso, el Evangelio nos invita a descubrir que no somos dueños sino servidores de la Palabra. Nos invita a la fidelidad: El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Y todo ello, no como una exigencia, sino como un don. No es una tarea que has de realizar tú con tus fuerzas, sino una obra que el Espíritu Santo realizará en ti… si tú te fías y le dejas hacer…

       ¡Ven Espíritu Santo!  (cf. Lc 11, 13).

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