3 dic

Reflexión viernes 3 de diciembre

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,27-31):

En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:
«Ten compasión de nosotros, hijo de David».
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:
«¿Creéis que puedo hacerlo?».
Contestaron:
«Sí, Señor».
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
«Que os suceda conforme a vuestra fe».
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:
«¡Cuidado con que lo sepa alguien!».
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

Palabra del Señor

Reflexión

La Palabra hoy nos anuncia la obra de salvación que el Señor viene a realizar. A realizar en tu vida, si le abres el corazón y dejas actuar al Espíritu Santo.

Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana no está totalmente corrompida: está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado (cf. Catecismo 405).

La doctrina del pecado original es, por así decirlo, «el reverso» de la Buena Nueva de que Jesús es el Salvador de todos los hombres, que todos necesitan salvación y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo (cf. Catecismo 389).

Lo hemos cantado en el Aleluya: Mirad, el Señor llega con poder e iluminará los ojos de sus siervos.

También lo ha anunciado el profeta Isaías: Muy pronto el Líbano se convertirá en vergel… oirán los sordos las palabras del libro… verán los ojos de los ciegos… los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor.

Pero, ¿cómo acogemos esta salvación que Jesús nos trae?

El carcelero… les preguntó: «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?». Le contestaron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia» (cf. _Hch 16, 29-31).

El Evangelio insiste en la importancia de la fe, como condición necesaria para que se manifiesten los signos de la llegada del Reino. La fe es el tema de diálogo de Jesús con los ciegos: ¿creéis que puedo hacerlo? Que os suceda conforme a vuestra fe.

La fe es la actitud que caracteriza al discípulo, establece una relación personal con Jesús. Una relación que, por el don del Espíritu Santo, te regala unos ojos nuevos, que te hacen poder proclamar con el Salmo: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor… gozar de la dulzura del Señor.

La salvación provoca el gozo de los humildes: los pobres se llenarán de júbilo en el Santo de Israel… Y si acoges a Jesús en tu corazón verás el amor de Dios en medio de tu vida y experimentarás la alegría de la presencia del Señor en ti.

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