Hace falta Pedagogía

 Miguel Ángel Jiménez Rodríguez

Es Doctor en Pedagogía. Profesor y Director de Educa-Acción (Centro de formación continua)

Universidad Católica de Valencia, San Vicente Mártir.

Estamos habituados a escuchar, e incluso a decir, que la educación de nuestro país no va bien, que los resultados en las evaluaciones internacionales no nos satisfacen, que tenemos una escuela que no asume los retos de los cambios sociales,… Es verdad. Y ante esto, ¿podemos hacer algo como pedagogos? ¿Qué puede hacer la Pedagogía, la ciencia que se ocupa y preocupa por la Educación?

Si el problema fuera de salud pública preguntarían a los médicos. ¿Nos preguntan a nosotros, los pedagogos, qué hacer? A veces sí. En esta entrada de blog de Pedagogía (que por naturaleza es un medio de expresión de ideas y opiniones), quiero empezar a analizar el problema para compartir con vosotros algunas convicciones e inquietudes, por si los pedagogos podemos decir algo que ayude, como lo harían los médicos, ante un pandemia, aunque esta sea del ámbito de la educación.

El problema de la educación es complejo, tiene muchas variables, el análisis lo vamos a centrar en una muy interesante, la relación entre la ciencia, o ciencias de la Educación, que llamamos Pedagogía y la formación inicial del profesional de la educación en sus distintas etapas.

Sorprendería que un arquitecto que diseña un puente, un químico que trabaja en un laboratorio, un abogado que participa en un juicio no hubieran estudiado con éxito Arquitectura, Química o Derecho respectivamente. Lo contrario nos parecería increíble.

Bien, pues empecemos por el principio. Las profesiones que tienen cierta cualificación están respaldas por titulaciones que dotan de una formación inicial, seguramente insuficiente y mejorable, impartida por expertos con grados académicos específicos, pero ¿qué formación reciben los maestros y profesores en nuestro sistema y de quién?

Empecemos por los Maestros. Existe un grado. Los que imparten el grado y tienen que formar a Maestros ¿Qué formación tienen? Evidentemente no les falta cantidad pero es pero no hay garantía alguna de que su formación pueda responder al objetivo de que un futuro maestro aprenda la ciencia necesaria para el ejercicio de la profesión de maestro. Sencillamente, porque no hay garantías de que la conozca. Un maestro de Primaria o de Infantil necesita fundamentalmente aprender a enseñar. No solo con las habilidades que la naturaleza y sus dotes de observación le puedan facilitar sino, como en todas las profesiones, a través de la ciencia que soporta y fundamenta su trabajo, transmitida y enseñada por expertos cualificados en la misma. Y aunque esté en la Universidad cuatro años ¿Cuánta formación derivada de las ciencias de la educación recibe? ¿Qué aprende? ¿De qué se le evalúa? Hace falta más Pedagogía.

Vamos con los profesores de Secundaria. Hasta hace menos de una década el requisito para pasar de Licenciado a profesor era el CAP (que, por cierto, las Universidades que lo impartían a se fueron encargando de reducirlo a la nada, mucho menos de lo que Villar Palasí planteó en su origen)

Ahora tenemos un Máster. Bien por el Máster, pero ¿quién forma en general al futuro profesor en el Máster?, ¿Qué soporte de Ciencias de la Educación tiene? ¿Es lo mismo trabajar en la obra como peón, albañil o encargado que como arquitecto o aparejador? Los peones, los albañiles son imprescindibles, saben de la obra, peo no parece normal que sean los elegidos para liderar y ejecutar la formación universitaria inicial de los arquitectos. El trabajo de un profesor en Secundaria hoy necesita tanta formación que debe ser capaz, auxiliado de la ciencia, de diseñar cómo es la mejor manera de que sus alumnos aprendan y alcancen además competencias. Es posible que esto se consiga, pero no es probable. Hace falta más Pedagogía.

¿Y la enseñanza Universitaria?

Parecía que en la Universidad lo importante era el contenido y su transmisión. Pero si como hace ya más de una década la pretensión es la centralidad del aprendizaje no es en absoluto suficiente. Más allá de las dotes personales es necesaria la formación pedagógica que en a Universidad se obvia. Por lo que el recurso es la propia experiencia entrando en un bucle imposible de romper de forma sistémica. Algunos van pensando en que necesitan del apoyo de las Ciencias de la Educación (en ocasiones confundido con “nuevos métodos más motivadores”) y amplían su círculo y después de mucho trabajo descubren la rueda que la ciencia que estudia y transmite el conocimiento pedagógico ya tiene descrita, probada y comprobada por medio de investigación y fundamentación filosófica incluso. Es como si un mecánico, después de muchísimo trabajo inventase el turbo de los motores hoy. El reto del Espacio Europeo de Educación Superior que tiene en su núcleo la formación en función de competencias precisa de ciencia Pedagógica o no podrá ser. Hace falta Pedagogía

Las experiencias personales que quienes no han recibido la formación pedagógica necesaria, aunque hayan sido docentes, ¿de quiénes las han aprendido? De otros que tampoco han estudiado Pedagogía. No queremos decir en absoluto con esto que esos aprendizajes no sean válidos. Son imprescindibles. Lo que queremos analizar es su naturaleza. Lo que se ha aprendido es más fruto de la experiencia que de la ciencia. Esta manera de “avanzar” es gremial, se hace lo que hacen los maestros a fuerza de experiencia se consigue la maestría y la maestría permite al candidato cuando está preparado, ingresar en el club de los maestros pero sigue sin haber ciencia y en el siglo en el que estamos y desde la modernidad la ciencia hace avanzar de otro modo la realidad el aprendizaje de la experiencia aunque imprescindible, sin la ciencia, perpetúa modelos próximos y es tan largo como la propia experiencia. Hace falta Pedagogía

Sin pedagogía no hay teoría, no hay ciencia, no hay posibilidad de beber de la fuente del conocimiento que desborda con mucho lo que uno solo es capaz de saber por sí mismo. Es la diferencia, salvando las distancias, entre el peón de albañil y el arquitecto. Uno sabe hacer, el otro sabe qué se ha de hacer y cómo de muchos modos. El camino del educador funde ambas experiencias, la del arquitecto en el diseño y la del peón cuando construye lo que ha pensado ayudado por lo que lo que la ciencia que soporta su trabajo le ha aportado. Hace falta Pedagogía.

Cuando el sistema Finlandés quiso cambiar, abordó la formación inicial de los docentes como un pilar esencial. Cuando un maestro, un profesor, (pues está capacitado para impartir su docencia en Primaria o Secundaria), termina sus estudios lo hace habiendo realizado dos trabajos fin de grado. Uno pedagógico el otro disciplinar. Las prácticas no las hace en cualquier sitio, no toda la práctica incrementa el conocimiento, los colegios en los que se practica son una red íntimamente relacionada con la universidad donde fluye ciencia y práctica. Hace falta Pedagogía.

pedagogiaucv

4 comentarios

  • Manu
    19 enero, 2015 en 1:20 am

    Excelente artículo ¡Felicitaciones!

  • Ivan Carranza
    9 abril, 2015 en 4:01 am

    Ciencia y experiencia son el aire y los pulmones motivando al cerebro. Me parece totalmente acertado el definir el por qué, del quién.
    No se le puede sacar la solución a quien hace el problema, por lo mismo hace falta que el enfermo consulte a su médico de cabecera quien a su vez, le guía para consultar al especialista adecuado para la solución y corrección de su cuerpo, su mente y su espíritu… «Hace falta pedagogía» Dice usted pero, siendo esto una verdad, yo lo expresaría así: Hace falta aplicar la pedagogía y dejarla ser en circunstancias de confianza y consciencia.
    Gracias por su aportación que me ha dejado claro por qué quiero estudiar pedagogía, Miguel Ángel Jiménez Rodríguez. Doctor en Pedagogía

  • Ivan Carranza
    9 abril, 2015 en 4:20 am

    Siendo la insatisfacción el común denominador de la educación en muchas partes del mundo, incluyendo países desarrollados como E.U., China, Inglaterra, España y más, se hace indispensable reconocer al «quién» que puede dar el «cómo» para solucionar, aliviar y curar los males del «enfermo», que de ninguna manera es el alumno, sino, el profesor, el sistema y sus gobernantes administrativos y políticos.
    Gracias por su comentario porque tengo más claro por qué quiero ser pedagogo, es decir, aplicar ciencia al servicio de la pasión de ser al aprender de los demás: toda ciencia debe estar al servicio del otro, el que me acompaña ahora, que estoy vivo.
    Gracias Dr. Miguel Angel

  • Ivan Carranza
    9 abril, 2015 en 4:40 am

    Hago la suma de mis comentarios en éste, en donde creo que me aclaro más la idea que he recibido de su más que oportuno trabajo. Gracias
    Ciencia y experiencia son el aire y los pulmones motivando al cerebro. Me parece totalmente acertado el definir el por qué, del quién.No se le puede sacar la solución a quien hace el problema, por lo mismo hace falta que el enfermo consulte a su médico de cabecera quien a su vez, le guía para consultar al especialista adecuado para la solución y corrección de su cuerpo, su mente y su espíritu… “Hace falta pedagogía” Dice usted pero, siendo esto una verdad, yo lo expresaría así: Hace falta aplicar la pedagogía y dejarla ser en circunstancias de confianza y consciencia.

    Gracias por su aportación que me ha dejado claro por qué quiero estudiar pedagogía…

    Siendo la insatisfacción el común denominador de la educación en muchas partes del mundo, incluyendo países desarrollados como E.U., China, Inglaterra, España y más, reitero que se hace indispensable reconocer al «quién» que puede dar el «cómo» para solucionar, aliviar y curar los males del «enfermo», que de ninguna manera es el alumno, sino, el profesor, el sistema y sus gobernantes administrativos y políticos.
    Por su comentario tengo más claro por qué quiero ser pedagogo, es decir, aplicar ciencia al servicio de la pasión de ser al aprender de los demás: toda ciencia debe estar al servicio del otro, el que me acompaña ahora, que estoy vivo. La conjunción interdiciplinaria hace la diferencia.

    Gracias Dr. Miguel Angel

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