El oficial y el espía

Año: 2019
Título original: J´Accuse
País: Francia, Italia
Género: Histórico. Drama
Dirección: Roman Polanski
Guión:  Romaa Polanski, Robert Harris
Intérpretes: jen Dujardin, Louis garrel, Emmanuelle Seigner, Mathieu Amalric, Melvil Poupau, Vicent Perez
Música: Alexandre Esplat
Fotografía: Pawel Edelman

El carismático y frecuentemente polémico Roman Polanski, en la película “El oficial y el espía”, nos ofrece una impecable recreación histórica, de enorme precisión, intriga y detalle, de los sucesos que envolvieron del ignominioso “caso Dreyfus”, uno de los hechos más vergonzantes de la historia del ejército francés -y una de las páginas más turbias de la historia- cuya repercusión se extendió no solo al estamento militar sino a todo el conjunto de la sociedad francesa.

Además de la acertada narración de los hechos, y de un excelente guion, está filmada e interpretada maravillosamente bien. También la ambientación, la fotografía y la adecuada banda sonora son excelentes. Cinematográficamente la cinta destila clasicismo en cada plano, y se atiene a una rigurosa lectura de los hechos históricos. Sin duda merece ser situada en el listón de “cine grande”, “del cine de época”.

Se trata de un trabajo tan bueno como inteligente, que apela al cerebro de los espectadores, a su reflexión y no al desborde emocional, aunque también plasma sentimientos encontrados, realidades que estarán presentes en el mundo mientras haya seres humanos: el odio, la ira y la injusticia contra el inocente, la cobardía, y también de la búsqueda de la verdad, el honor, el poder de la conciencia. Polanski no quiere apuntar al corazón, su propósito es que impacte en la cabeza y lo consigue. Es de justicia destacar la notable dirección artística -que sirve al director para denunciar la hipocresía, el fanatismo y la manipulación de la justicia., así como la estupenda recreación que presenta del París del siglo XIX.

Los hechos tuvieron como origen una sentencia judicial militar de evidente corte antisemita sobre un trasfondo de espionaje, en el que la víctima será el capitán Alfred Dreyfus, de origen judío, sentencia que durante doce años -1894-1906- conmocionó a la sociedad francesa de la época marcando un hito en la historia del antisemitismo.

En 1894 el capitán fue acusado falsamente de espiar para los alemanes. El oficial encajaba en el perfil que se elaboró desde la cúpula militar: oficial de artillería de origen alsaciano, provincia francesa de habla alemana, que Francia y Alemania se disputaban durante siglos. El origen judío del capitán fue también determinante. El antisemitismo estaba muy arraigado en el país

La acusación se fraguó desde la mentira, El alto mando francés no dudó en manipular los datos para que fuera condenado, con pruebas falsificadas, a cadena perpetua en la siniestra Isla del Diablo, una isla de la Guayana francesa.  Es la historia de un montaje vergonzante, cometido por el ejército francés, por la justicia militar, contra un hombre inocente. Entre los testigos que hacen posible esta condena se encontraba el coronel Georges Picquart.

 El 5 de enero de 1895, el joven oficial fue degradado en una humillante ceremonia pública:  tras arrebatarle sus insignias militares y quebrar su sable oficial, fue conducido a la cárcel en medio de los insultos de los miles de asistentes y posteriormente a su fatal destino. En ese momento todo el país estaba en su contra y solo la familia Dreyfus mantenía la inocencia del condenado.

Sin embargo, el 13 de enero de l898, en la primera página del periódico L´Aurore, apareció el célebre artículo “Yo acuso” del famoso escritor Emile Zolá, en ese momento en la cumbre de su carrera, en el que, a modo de carta abierta al Presidente de la República, exponía las irregularidades del caso y denunciaba la conspiración contra Dreyfus. Francia se dividió profundamente durante décadas.

Una vez se fueron conociendo los entresijos de la conspiración que implicaba a altos mandos del ejército, y el contraespionaje de los franceses, la justicia militar se negó a rectificar y a declarar la inocencia del acusado. La sociedad y la política se polarizaron en un debate entre defensores y acusadores del capitán con tintes antisemitas y antialemanes que equiparaban la exoneración de Dreyfus a una humillación para Francia. El caso se convirtió en símbolo moderno y universal de la iniquidad en nombre de la razón de Estado.

Polanski centra la narración desde la perspectiva de la arriesgada investigación que emprendió el coronel Picquart, jefe del servicio de contraespionaje francés, sin la menor empatía hacia los semitas pero que, sin ser un dechado de virtudes, era un hombre honesto de gran profesionalidad que se niega a cumplir órdenes y a cerrar los ojos ante la gran mentira que los de arriba quieren imponerle.

En el curso de otra investigación Picquard comprueba que a Dreyfus se le había condenado sin pruebas y que los mandos militares se habían conducido con un evidente antisemitismo. Se propuso entonces sacar a la luz la muy escondida verdad al constatar que estaban implicados en el caso desde los altos mandos, a los subalternos de confianza. Se adentrará en un peligroso laberinto de mentiras y corrupción, en la cloaca del ejército, poniendo en peligro su honor, su carrera y su propia vida.

En los meses siguiente se produjeron decenas de manifestaciones antisemitas. Zolá fue condenado a un año de cárcel por difamación, pena que no cumplió huyendo a Gran Bretaña, y Picquart fue expulsado del ejército. Parecía que la defensa del inocente estaba abocada al fracaso,  pero “la máquina de la verdad” se había puesto en marcha.

                                                                                                       Coín Tomás y Garrido

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