La difícil labor que tiene España con sus signos de identidad
La Marsellesa, himno oficial de Francia, empieza diciendo: «Allons enfants de la Patrie…» (¡En marcha, hijos de la patria) y, lamentablemente, en estos últimos días lo hemos oído como respuesta ciudadana al horror del terrorismo.
Con este cántico espontáneo de miles de personas abandonando el Stade de France el pasado 13 de noviembre, y que se ha repetido dos días más tarde por todos los miembros de la Asamblea Nacional tras las palabras del Presidente de la República, François Hollande, Francia ha evidenciado que ante la barbarie la única respuesta es la unión de un pueblo, dejando a un lado los enfrentamientos políticos e ideológicos.
Los himnos y las banderas son signos de identidad de un país, el sentimiento de pertenencia a un territorio, a una cultura y a una historia, que identifica a sus nacionales y en estos momentos ha sido signo de solidaridad.
La unión de los franceses ha sido utilizada por el Gobierno francés haciendo del sentimiento de patria la bandera para paliar la psicosis del pánico vivido.
Puesto en marcha el gabinete de crisis, ante unos hechos tan dramáticos, la labor más importante es la de comunicar a sus ciudadanos, y la imagen más clara que ha dado el gobierno galo ha sido la iluminación de la Torre Eiffel con los colores rojo, blanco y azul, transmitiendo unión y seguridad a su pueblo.
Pero tampoco ha estado vacío de polémicas, desde nuestro país voces críticas se han levantado tanto frente a las acciones que libre y voluntariamente se han sucedido por parte de los franceses, signo del ejercicio de los derechos y libertades de las grandes democracias, como las acciones institucionales.
Los prejuicios sobre los signos de identidad en España siguen latentes y actualmente más acrecentados tras las elecciones autonómicas celebradas en Cataluña. Tal vez por ello no se llegue a entender la unión de identidad de nuestro país vecino y del sentimiento de nación de sus ciudadanos.
Y cuanto menos comprender que en EEUU existan normas de conducta cuando suena el himno, ahora que en nuestro país se están sucediendo acciones institucionales tendentes a su eliminación.
El uso de los colores grana y oro ha sido prácticamente recluido a los eventos deportivos, donde tras cada victoria nos sentimos españoles. Esta situación ¿ha sido creada por un error de comunicación institucional entorno a la identidad de España? Y lo más importante, para alcanzar la madurez democrática, el crecimiento y desarrollo de la nación ¿deberán ponerse en marcha mecanismos de comunicación identitarios? O, por el contrario ¿se aparcará el sentimiento de nación por seguir llamándolo Estado?
Y hablando de Estado es necesario recordar a D. Francisco Tomás y Valiente, que condenando el terrorismo dijo: “Cada vez que matan a una persona, nos matan a todos un poco”. Como nos ocurrió cuando en el año 96 fue asesinado por ETA.
Difícil labor en nuestro país la de aglutinar a todo el territorio bajo la bandera de la unión y el respeto mutuo, máxime teniendo en cuenta la falta de definición de algunas fuerzas políticas para defender las señas de identidad que en definitiva son el reconocimiento de una historia vivida y la identificación de una comunidad.
Susi Boix, abogada y politóloga, es alumna de la 3ª edición de nuestro Máster oficial en Marketing político y comunicacion institucional