23 junio

Reflexión miércoles 23 de junio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

Palabra del Señor

Reflexión

El Evangelio nos muestra hoy un criterio de discernimiento claro para distinguir los verdaderos de los falsos profetas: _Por sus frutos los conoceréis.

No se refiere tanto a los “frutos” de los profetas, sino más bien a los frutos que producen en los que escuchan a los profetas. A veces, los falsos profetas realizan obras “extraordinarias” (cf. Mt 24, 23-24), nos lo recordará el evangelio de mañana: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros? Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”.

Los falsos profetas invocan al Señor, pero no cumplen su voluntad; profetizan en el nombre de Jesús, pero hacen lo que les da la gana.

El_verdadero profeta vive en la voluntad de Dios y permanece en la casa edificada sobre roca: la Iglesia.

El que escucha al verdadero profeta y acoge la palabra que Dios le ha dado, permanece en Jesucristo y da fruto abundante (cf. Jn 15, 4-5). Y se va manifestando en su vida, con signos concretos:

– Confiesa que Jesús es el Señor, y pone toda su vida bajo su señorío.

– Vive en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

– Vive en la confianza en Dios, como Abrahán, y camina fiado en el Señor.

– Vive cada día más enamorado y entregado a la vocación que Dios le ha dado.

– Ve como van apareciendo en su vida los frutos del Espíritu (cf. Gal 5, 22s).

– Vive en la bendición y en la alabanza.

En la primera lectura contemplamos la alianza que Dios hace con Abrahán: creyó al Señor y se le contó como justicia. La fe se realiza creyendo en las promesas y :obedeciendo al Señor. El rito de la alianza manifiesta la fidelidad de Dios, que se compromete con su siervo y con el futuro para siempre.

Pero, ¿cuándo cumplirá el Señor su promesa? Cuando Él quiera. El momento es de Dios, no del hombre. Eso es la fe: fiarse del Señor.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

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