Notas sobre persona y carácter en Rudolf Allers

En The Psychology of Character (1943), el psiquiatra vienés Rudolf Allers (1983-1963) hace memoria etimológica del término «carácter» (del griego χαρακτήρ, kharaktér). Este término, tan valioso (como debería ser en su correcta comprensión, que es ética) a la ciencia psicológica, procede del verbo griego χαrάssih (kharássein), que significa “marcar”, con el sufijo thr (ter), relativo a un agente. Entonces, el carácter viene a remitir a aquel o aquello que imprime una marca, fruto de su acción sobre un objeto. Con ello tenemos, pues, tres elementos cuando hablamos del carácter: (1) un individuo, sobre el cual (2) la acción de un agente (3) imprime una marca.

Allers establece unas diferencias que, aunque básicas, son obviadas con frecuencia en la psicología contemporánea, de suyo tendente al reduccionismo. Así, la que existe entre persona, personalidad y carácter: (1) la persona es (se es persona), (2) la personalidad es el hecho de ser persona, y (3) el carácter se tiene. No es lo mismo ser persona que tener un carácter. Por tanto, la persona no es reducible al carácter, lo mismo que el ser no es redubible al tener. Y, mientras que el ser no se puede eliminar ni transformar esencialmente (no puedo dejar de ser persona), el carácter sí es modificable (puedo tener otro, adquirir otro carácter a través de las decisiones que tomo, que me lo van forjando).

El carácter es el conjunto de características propias de un individuo, tomadas como una unidad y como un todo, no como un mero agregado, y que le distinguen como tal individuo, como el que es; no sólo como que es, sino como quién es. Esto es, el tener un carácter determinado implica que se tiene un modo personal de obrar, como un todo unitario, como la marca personal, podríamos decir, que uno imprime a sus actos. Vendría a ser el fondo desde el cual emergen las acciones como expresión de la persona, un “algo” común a todas ellas, de naturaleza adquirida más que congénita, simple e inmodificable. Por otra parte, como he señalado, el carácter es modificable y, en ocasiones, la modificación se debe a un proceso neuropatológico, el cual, no obstante, no afecta al núcleo de la persona. Enferma, puede enfermar, el carácter, lo que la persona tiene o posee, no lo que la persona es, esto es, ella misma en su esencia. El ser no enferma, sino que la persona adquiere un modo patológico de expresarse u obrar (el carácter).

Persona y carácter, por tanto, son distintos. Más todavía, el carácter no es una parte de la persona, y sólo puede ser comprendido mediante un análisis de sus acciones, siendo el signo común a toda acción la relación entre yo y no-yo, persona y mundo, sujeto y objeto. Toda acción supone una situación actual y una situación posible hacia la cual se tiende, lo cual implica consciencia, intencionalidad y esfuerzo, además de un juicio comparativo en virtud del cual lo que está por venir es mejor y preferible. Por tanto, toda acción es precedida por una comparación de valor, por una comparación axiológica, y hasta tal punto es así que no es posible un análisis de la acción sin considerar la motivación axiológica que la anima -su terminus ad quem– y por la cual tiende a su compleción.

Autor: Dr. Ximo García-Alandete

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