Comenzamos el proyecto «Salud Pública en sistemas ganaderos en Etiopía: control de zoonosis y formación en seguridad alimentaria»
El cuerno de África es una de las regiones más pobres del mundo. Etiopía ocupa el puesto 169 de 177 países en el Índice de desarrollo humano. A pesar de las inversiones en agricultura, Etiopía sigue siendo un país donde al menos hay 12 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cerca del 75% de las enfermedades que han afectado a seres humanos en los últimos 10 años han sido provocados por el contacto con animales o por la presencia de patógenos en productos de origen animal. El estrecho contacto en el que conviven animales domésticos y humanos en las poblaciones rurales de Etiopía y la dependencia directa en la supervivencia de estas poblaciones en el consumo de productos de origen animal, a menudo en condiciones higiénicosanitarias muy deficientes, ha propiciado altas prevalencias de enfermedades zoonóticas (enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos). Enfermedades como la tuberculosis, la brucelosis, la toxoplasmosis, los parásitos gastrointestinales y los parásitos sanguíneos son a menudo subestimadas en un contexto global de malnutrición, ausencia de protocolos de higiene de la población así como de los lugares donde viven o se alimentan y en coexistencia de otras enfermedades humanas como la malaria, la hepatitis, la fiebre amarilla y el cólera.
Por su parte, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) ha reconocido que los veterinarios llevan a cabo una extensa actividad de control de estas enfermedades para impedir que se conviertan en una amenaza para la salud pública. Estas medidas se concretan en detectar e identificar los peligros microbiológicos, en aprobar pautas de actuación y en promover la investigación.
El Instituto Etíope de Investigación Agrícola (EIAR) ha trabajado con las poblaciones locales pastoriles de forma directa en proyectos de mejora de las razas mayormente empleadas por estas poblaciones, asesorando en materias relacionadas con el manejo sanitario de los animales y el empleo de técnicas avanzadas de pastoreo para mejorar su calidad de vida, asegurar su persistencia y su sostenibilidad. Al mismo tiempo el EIAR ha constatado, por parte de las poblaciones objeto del proyecto, la realización de acciones que comprometerían la seguridad alimentaria como el consumo de productos animales tales como carne, vísceras y leche sin los tratamientos térmicos necesarios que aseguren un nivel mínimo de inocuidad.
La zona de trabajo planteada en la región de Afar está habitada por una tribu seminómada con el mismo nombre, que viven en un contexto de dificultades ante el clima desértico y las duras condiciones de vida en las que se encuentran. La principal actividad económica es la ganadería extensiva, esencial para sobrevivir en este ecosistema tan precario. Este territorio, al estar alejado de las grandes ciudades, sufre del abandono de las autoridades públicas, que intentan luchar para proporcionar los recursos hídricos mínimos. La ausencia de lluvias y su impacto en los pastos provoca con frecuencia grandes crisis en las poblaciones ganaderas, con las consiguientes y terribles hambrunas. Es por ello, por lo que ONGs que ayudan a poblaciones en grandes riesgos trabajan en este escenario, como Médicos sin Fronteras o UN Emergencies Unit in Ethiopia (UN‐EUE).
La zona de trabajo planteada en la región de Amhara concentra una cuarta parte de la población etíope. La etnia predominante en esta zona es la Amhara, practicantes en su mayoría del cristianismo. Estos, en la actualidad, han sido desplazados por otros poderes políticos. La principal actividad económica de la zona es la agricultura y la ganadería. Diferentemente a Afar, donde la ganadería es la actividad principal de los varones adultos, la ganadería en la región de Amhara, queda a cargo, mayoritariamente de menores de edad, observándose una gran cantidad de mano de obra infantil al cargo de las explotaciones familiares, esto provoca una gran tasa de absentismo escolar y analfabetismo en la población.
En ambos casos se aprecia un estrecho contacto en el que conviven animales domésticos y humanos en las poblaciones rurales y la dependencia directa en la supervivencia de estas poblaciones en el consumo de productos de origen animal, a menudo en condiciones higiénicosanitarias muy deficientes, lo que ha propiciado altas prevalencias de enfermedades zoonóticas (enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos) como demuestran los registros médicos de los centros de referencia en salud humana de ambas zonas.
Una de las zoonosis más relevantes en estas poblaciones es la tuberculosis. En un contexto nacional Etiopía ocupa el tercer país en África y el octavo entre los 22 países más afectados por la tuberculosis en el mundo. La prevalencia de todas las formas de tuberculosis se estima en 261 por 100 000 habitantes, lo que da lugar a una tasa de mortalidad anual de 64 por 100 000 habitantes.
Según la Organización Mundial de la Salud, el derecho al grado máximo de salud que se pueda lograr exige un conjunto de criterios sociales que propicien la salud de todas las personas, entre ellos la disponibilidad de servicios de salud, condiciones de trabajo seguras, vivienda adecuada y alimentos nutritivos y seguros. Además, el derecho a la salud está estrechamente relacionado con el de otros derechos humanos tales como los derechos a la vivienda, el trabajo, la no discriminación, la educación y el acceso a la información. Además, los grupos sociales vulnerables y marginados, como son las poblaciones meta de este proyecto suelen tener menos probabilidades de disfrutar del derecho a la salud.
Tres de las enfermedades transmisibles más mortíferas (paludismo, VIH/sida y tuberculosis) afectan desproporcionadamente a las poblaciones más pobres del mundo e imponen una carga tremenda a las economías de los países en desarrollo. Por otra parte, la carga de morbilidad por enfermedades no transmisibles, que con frecuencia se piensa que afectan a países de altos ingresos, está aumentando desproporcionadamente en los países y las poblaciones de bajos ingresos. Estas comunidades están expuestas a mayores tasas de enfermedad y afrontan dificultades importantes para acceder a una atención sanitaria de calidad y asequible. Las personas particularmente vulnerables a la infección por tuberculosis suelen pertenecer a grupos desfavorecidos y discriminados social y económicamente. Esos grupos vulnerables pueden ser víctimas de leyes y políticas que agravan la marginación y dificultan más aún el acceso a servicios de prevención y atención.
El objetivo último de este proyecto es que las poblaciones meta produzcan alimentos de forma segura, limitando el contacto entre humanos o animales, o si esto sucede, estableciendo protocolos de higiene que bloqueen la transmisión de enfermedades. Además, se potenciará un mayor grado de sanidad de los animales y de forma complementaria, que los alimentos derivados de estos sistemas de producción animal se utilicen de una forma que garantice la seguridad alimentaria de los consumidores.
Tras las entrevistas personales y encuestas donde se realizarán labores de reconocimiento profundo de las costumbres higienico‐sanitarias de las poblaciones meta, se establecerá una lista de peligros y puntos críticos en los que se producen los contagios entre animales y personas, lo cual servirá como punto de referencia para las campañas de sensibilización y formación de las poblaciones meta en los asuntos relacionados.
Tras las campañas de detección de enfermedades en los animales se conocerá, en datos cuantitativos, la prevalencia de las principales enfermedades zoonóticas que afectan a los sistemas de producción locales (tuberculosis, brucelosis, toxoplasmosis, parásitos gastrointestinales y parásitos sanguíneos). Con estos datos, se hará relevante la necesidad de realizar campañas de erradicación y saneamiento de las enfermedades en cuestión.
En primer lugar, esto tendrá una repercusión directa sobre los rendimientos de los sistemas de producción en cuestión haciéndolos más rentables y eficientes (descenso de la tasa de abortos por infecciones, aumento de la prolificidad, aumento de las índices de crecimiento, índices de transformación del alimento, ganancia media diaria, vida útil de los animales, fecundidad, fertilidad, etc.) lo cual beneficiará directamente a las expectativas económicas de estos sistemas familiares de producción animal.
En segundo lugar, y más importante todavía, esta acción, junto con las campañas de sensibilización y formación de las poblaciones meta, una vez mejore el estado sanitario de los animales, disminuirá la tasa de prevalencia de enfermedades en los humanos, especialmente los que tienen mayor contacto con el ganado, mujeres y niños. Así, se espera que disminuyan la prevalencia de sintomatología crónica de estas enfermedades (artritis, orquitis, neumonías, linfadenitis, febrículas recurrentes) alargando la esperanza de vida media en los humanos adultos, las altas tasas de abortos en estas poblaciones (producidas por enfermedades que producen fiebre en mujeres gestantes o brucelosis y toxoplasmosis que causan abortos per se) y la mortalidad infantil derivada de formas clínicas agudas de las enfermedades anteriores (encefalitis, fiebres, neumonías, diarreas, onfalitis).