El Educador Social y la Discapacidad

El Educador Social y la discapacidad, una unión necesaria para ambos.

Actualmente, las teorías sobre discapacidad definen el concepto como un producto social y no como un problema individual y, bajo esta definición, la discapacidad está determinada por la relación entre la discapacidad del individuo y su ambiente social, político, económico y cultural. Así, si la discapacidad en una persona la definimos como la dificultad para desempeñar papeles y actividades socialmente aceptadas, habituales para las personas de similar edad y condición sociocultural, el concepto al que se alude va más allá de la perspectiva biomédica, siendo básica la construcción social del término.

En el enfoque tradicional de la discapacidad, muy ligado al modelo médico, entiende ésta en o dentro del individuo lo que propicia que las intervenciones se hayan centrado en el individuo, relegando los factores sociales y relacionales de las personas dependientes.

Sin embargo, desde la perspectiva social, la discapacidad es definida por los atributos y las interacciones del individuo y de su entorno, y así por ejemplo, una persona con una limitación es capaz de realizar una ocupación laboral no sólo en función de la naturaleza o severidad de su problema, sino también en función de las características del lugar de trabajo, la disponibilidad de transporte, o las habilidades de entrenamiento recibidas, etc.

Tener una discapacidad no significa que no se pueda realizar la actividad correspondiente (ver, oír, vestirse, desplazarse fuera del hogar, etc.), lo que sólo ocurre en una parte menor de los casos (no ver nada, no oír nada, depender completamente de otros para vestirse o desplazarse, etc.) y así, salvo en un sector minoritario de personas, habitualmente de una edad muy avanzada o con un deterioro mental grave, las discapacidades representan limitaciones parciales que no tienen por qué impedir una vida saludable y normalizada e igual o mayor problema pueden suponer otras limitaciones de tipo social para desenvolverse en la vida, como la falta de educación, de trabajo o de derechos ciudadanos básicos.

La libertad es una actitud

La libertad es una actitud

Es en este contexto donde la intervención del Educador Social tiene más importancia, articulándose como un soporte para poder acompañar a la persona con discapacidad a construir con éxito y en términos de igualdad un proyecto de vida digno y completo

El tipo de intervención que se realice puede ser directa, sobre la persona con discapacidad o grupo de personas con discapacidad, o bien estar dirigida a la comunidad de forma que la actividad irá dirigida a la sensibilización y formación del entorno (laboral, social…).

Una de las formas de intervenir en la discapacidad se relaciona con la conceptualización y utilización de términos para que no tengan una carga degradante para la persona, ya que en las palabras se esconde, en gran parte de las ocasiones, el germen mismo de la marginación. Así, aunque la terminología por sí sola no modifique los valores y actitudes que subyacen a la discapacidad, si expresa una evolución en las actitudes profesionales y sociales, en los modos de enfocar y entender los problemas y en el imaginario social imperante en cada momento.

 

“La discapacidad nace de la mirada del otro”

Autor: Carlos Guillamó

Editada: Joana Calero

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