Dar lugar a nuestra sed de encuentro
«Dar lugar a nuestra sed de encuentro»
Con esta frase el 25 de mayo de 1999 en el Te Deum el entonces Cardenal Bergoglio habla por primera vez de encuentro. Meses más tarde, a los educadores les propone el tema de educar en la cultura del encuentro.
Para Francisco la cultura del encuentro guarda una estrecha relación con las periferias, pues cuando somos capaces de salir de nosotros mismos y de nuestro centro, sin negociar las pertenencias, es cuando tenemos posibilidad de encontrarnos con el otro que es diferente a mí. En realidad, se trata de crear una cultura de los distintos.
Podemos llegar a ser promotores de encuentro cuando eliminamos la autorreferencialidad y la autocomplacencia de nosotros mismos, generando un espacio en el que es posible fortalecer vínculos y no excluir a nadie porque todos son necesarios. Su propuesta nos llama a romper con la cultura del descarte o de la fragmentación, fruto de una conciencia aislada basada en la producción, el consumo y en un modo de entender al ser humano desde una vertiente utilitarista. Al salir de nuestro centro nos encontramos con la pobreza, con la vulnerabilidad y, aprendemos a aceptar incondicionalmente al otro.
Guardini afirma que hay encuentro con la otra persona cuando “soy herido por el rayo de su ser”, cuando “soy tocado por su acción”. Todo encuentro debe ser verdadero porque si no percibiremos las diferencias del otro como miedo, prejuicio o indiferencia. Entonces nuestro espíritu enfermará al perder toda referencia al Bien, a la Justicia y, sobre todo, a la Verdad.
Escrito por Yolanda Ruiz, publicado en ALELUYA, Arzobispado de Valencia.