Wonder

Año: 2017
País: EEUU
Género: Drama. Comedia
Dirección: Stephen Chbosky
Guión: Steve Conrad, Setepphen Chbosky, JacK Thorne
Intérpretes: Jacob Tremblay, Julis Roberts, Owen Wilson, Isabela Vidovic, Noah Jupe
Música: Marcelo Zarvos
Fotografía: Don Burgess

August es un chaval de diez años lleno de cualidades, simpatía, buen humor y un alto nivel intelectual. Nació con el síndrome de Treacher-Collins, una enfermedad cráneofacial por lo que su rostro está sellado por serias malformaciones. Su vida hasta ahora se ha reducido a su familia: padre, madre, y hermana, y a su sueño de ser astronauta.

Él, por dentro, se siente un niño normal porque hace cosas normales, -“creo que soy la única persona en el mundo que se da cuenta de lo normal que soy”-pero sabe que no lo es porque la gente le mira con sorpresa y rechazo. Su mejor deseo ¡tener una cara normal en la que no se fije nadie!, por eso le encanta la fiesta de Halloween.

La película está narrada, igual que el libro “la lección de August” de R.J Palacio en el que se inspira, desde el punto de vista de cada uno de sus personajes, y la historia se centra en el pequeño de la familia: Auggie.

En las primeras líneas de la novela, con el sentido del humor que caracteriza al niño, se lee: “cuando yo estaba en la barriga de mi madre, nadie tenía ni idea de que yo iba a salir

con esta pinta”; y Vía, la hermana mayor, describe así la situación: “August es el sol, mamá, papá y yo somos planetas que orbitamos alrededor del sol. El resto de nuestra familia y amigos son esteroides y cometas que orbitan alrededor del sol. El único cuerpo celeste que no orbita alrededor del Sol August es la perra Daisy, para ella todas nuestras caras son parecidas, tan planas y pálidas como la luna”.

La película -muy conmovedora- es una apología a los mejores sentimientos que puede albergar el corazón humano. Quizás no refleje realmente como somos pero sí como deberíamos ser. Es un drama pero visualizado desde la grandeza del amor familiar. Una historia emotiva, con sufrimiento pero llena de alegría, buen humor y sentido positivo-“no puedes camuflarte cuando has nacido para algo grande”- con personajes y situaciones espléndidamente desarrollados.

Sobresale en el guion la dedicación que los padres han prestado al niño. Se han volcado en su formación -la madre ha sacrificado su carrera profesional por cuidarle y darle una educación escolar personalizada en casa- y ahora quieren que empiece a extender sus alas y se lance a volar. Auggie tendrá que enfrentarse al gran reto de mostrarse ante una “selva”: va a empezar a asistir al colegio. Sus padres, que quieren intentar que pueda llevar una vida lo más normal posible, están aterrados del tratamiento que pueda recibir. El primer día de clase Isabel, la madre, reza: por favor, Señor, que sean buenos con él! Auggie siempre ha estado protegido por su familia y siempre ha salido a la calle ataviado con su casco de astronauta. Aborda ahora su primera experiencia en un colegio con niños de su edad y sin ese casco protector en el que se refugia. El cambio va a ser duro frente a la batalla diaria que le espera.

Imponente la actuación de Vía que, aunque adora y protege a su hermano, siente que su vida y sus problemas han pasado a segundo plano. La película explora la soledad de la adolescente que ha tenido que amoldarse a la poca atención que sus padres han podido, proporcionarle volcados por entero en Auggie.

Es muy alentador el buen hacer de los profesores. Para suavizar la llegada, el comprensivo director del colegio ha animado a tres alumnos para que le acompañen en esta nueva y trágica andadura. Muy oportuno el lema que aconseja: “cuando tengas que escoger entre tener razón o ser amable, escoge ser amable”. La película Wonder es un sólido ejemplo de cómo debe ser la educación en casa y en la escuela.

Están muy bien presentados los compañeros de clase que se enfrentan a un reto difícil: aceptar a Auggie como uno más. Reaccionaran de modo diferente, desde la buena acogida de algunos de ellos con aspectos inseguros o el desdén de otros de someter a nuestro protagonista a un verdadero ”bullyng”, hasta la dura actuación de algunos que se empeñan por hacerle la vida imposible. La realidad: todo el mundo le mira como a un bicho raro.

El miedo al rechazo está presente en el niño, pero la película lo enfoca desde su simpatía y su sabia mirada. Leemos en la novela: “ya estoy más o menos acostumbrado a mi cara. Sé fingir que no veo las caras que pone la gente”. Es muy aleccionador lo que escribe JM Aresté “Impacta la madurez de un niño que sabe lo que es el sufrimiento pero que mantiene su alma infantil. Nos conmueve con su corazón de oro, y también por el modo con que sobrelleva el rechazo y os chascos -las personas decepcionan pero hay que saber perdonar-, la ilusión que despierta su pasión por la ciencia, o lo mucho que le encanta la fiesta de Halloween o “La guerra de las Galaxias”.

Nadie podría imaginar que de vivir una auténtica pesadilla, Auggie se va a convertir en el más improbable de los héroes cuando empieza a destacar como alumno brillante. Su extraordinario viaje interior -también su simpatía, su buen humor, su buen hacer, aunque a veces se derrumbe-, unirá a todos los compañeros y la relación entre ellos se convertirá en un auténtico canto a la amistad.

Las actuaciones son formidables. El niño Jacob Tremblay es un actor sencillamente prodigioso; Julia Roberts nunca defrauda y su actuación, como siempre, es espléndida; también la de Owen Wilson y la de un magnífico grupo de intérpretes infantiles

Una película para todos, con momentos duros -el drama interior es tajante- poco a poco va dando relieve a lo importante en la vida: la amistad, el valor, la superación, ser buena persona y la maravilla de descubrir que la belleza está en el interior.

Coín Tomás y Garrido

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