Prefiero el Paraíso

Año: 2010
País: Itali
Género: Biográfico. Drama
Dirección: Giacomo Campiotti
Guión: Mario Ruggeri
Intérpretes: Gigi Proietti, Francesco Salvi, Roberto Citrán, Sebastiano Lo Monaco,     Adriano Braidotti, Niccolò Senni, Francesca Chillemo
Música: Marco Frisina

A primera vista no parece muy apetecible ver una película sobre la vida de un santo. Sin embargo, en esta ocasión, cuando sales del cine, tienes la sonrisa impresa en la cara y el corazón esponjado de alegría  no en vano, San Felipe Neri es uno de los santos más queridos de la historia de la Iglesia.

La película comienza con el santo -considerado como una de las figuras con más carisma del siglo XVI,  hombre que fue respondiendo a los signos de la realidad sin planes ni proyectos previos-, ya sacerdote. Llega a Roma con la ilusión de que San Ignacio de Loyola le enviara como misionero a las Indias con los jesuitas pero -contra toda previsión personal- permaneció en la Ciudad Eterna, con encomiable docilidad a sus superiores,  más de 60 años.

La historia se desarrolla en la época de los Médici, familia noble que gobernaban el colegio cardenalicio de manera que había cardenales que se comportaban más bien como príncipes que como eclesiásticos, parte del clero había caído en la indiferencia e incluso en la corrupción. Se trata de un  tiempo convulso y difícil de la historia de la Iglesia en la que San Felipe tuvo una gran importancia a la hora de reevangelizar Roma.

La gran empresa del santo fue su atractiva forma de educar a gente joven, con tal ternura, cariño e ironía que conseguía que  fueran acercándose a Dios a través de la Liturgia y que se divirtiesen cantando y jugando en un lugar que, con el tiempo, fue proclamado por el Papa Gregorio XIII, como la congregación del “Oratorio” destinada a la instrucción de la juventud y a procurar la salvación de las almas. Se unieron a esta tarea sacerdotes y laicos que quedaban unidos -no por ningún tipo de voto-, sino con toda libertad comprometidos sencillamente por los vínculos de la caridad y la observancia de algunas prácticas espirituales

Desde el comienzo de la película descubrimos a San Felipe como un hombre experto en humanidad: luminoso, alegre,  con gran sentido del humor  y una socarronería limpia que hacen creíble su entrega a Dios y su compromiso con una fe vivida. Su sonrisa era auténtica y contagiosa. Se comporta como una persona humilde pero fuerte,  atento a las necesidades de los demás.

En el santoral es conocido como el  santo de la alegría, el juglar de Dios, el segundo apóstol de Roma, o también como Pippo el bueno; son solo alguna de las expresiones que se atribuyen a este hombre optimista, que insistía en que había que servir a Dios con alegría. De agudo ingenio capaz fue capaz de contestar al Papa -cuando este le propone nombrarle cardenal- la comprometida respuesta: “!prefiero el paraíso!”. También es suya la proverbial expresión con la que pedía a los niños hacer el bien: “Sed buenos…si podéis”. No es de extrañar que sea considerado patrón de los educadores y de los humanistas.

El actor Gigi Proietti presta su mirada luminosa y su porte amable para transmitir un ambiente atractivo. En la cinta se emplea a fondo y consigue atrapar toda la simpatía del público que se ve impelido  a acompañarle en su apasionante aventura de fe. Junto con el resto de los actores secundarios hacen una atractiva presentación no sólo de la vida de santo. sino también de la novedad perenne y de la alegría profunda propia de la  fe cristiana.

         Coín Tomás y Garrido

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