TRUMP: GOBERNANDO A GOLPE DE GESTOS

Casi un centenar de películas catapultaron a una fama sin precedentes a Charles Chaplin y a su personaje, Charlot, sin duda el papel cinematográfico más importante de la historia del cine. Chaplin fue el pionero del cine mudo, en la que como única herramienta de trabajo fueron su cuerpo y sus gestos los únicos transmisores de la información. Su gran dominio de los gestos y su capacidad para crear situaciones extremadamente visuales permitieron superar las barreras que suponía el hecho de no poder valerse del lenguaje oral.

En política como en la vida en general, se suelen tomar las decisiones más por lo que vemos que por lo que oímos. Aunque bien es cierto que el ser humano es muy poco consciente, a priori, de sus posturas, movimientos y gestos. Cada gesto puede ser un perfecto altavoz de lo que en realidad estamos diciendo. Y claro, Donald Trump, el recién estrenado presidente de los Estados Unidos, no iba a ser menos.

Si por algo se caracteriza el magnate estadounidense es por utilizar cauces de comunicación relativamente nuevos y es que el señor Trump se expresa mejor a través de Twitter, especialmente, Y en el plano offline, se caracteriza por sus gestos y posturas no verbales.

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Si hay algo que me ha llamado la atención y que para algunos será un gesto «casual» más, es la utilización del dedo apuntando al público.

Una de las partes del cuerpo que más poder tiene es la mano, que otorga al usuario un poder autoritario silencioso. Es la mano, la parte del cuerpo más poderosa que tiene el ser humano y utilizada en determinados ámbitos y con determinadas posturas puede llegar a ser un arma definitiva en la comunicación no verbal.

De hecho, el signo y seña (hasta el momento) de Trump es apuntar con el dedo al mismo tiempo que habla, una forma de “golpear” a sus oyentes como signo de sumisión. En el subconsciente de los espectadores evoca sentimientos negativos y si va acompañado de un discurso negativo, su poder sobre la audiencia aumenta exponencialmente, aunque en la retina del oyente se queda en mayor grado la imagen sobre la palabra.

¿Es Trump un presidente narcisista? Mucho se ha hablado sobre esto y por supuesto mucho se hablará en un futuro, es más, se le ha llegado a comparar con Roosevelt y John F. Kennedy por ser los percusores de la comunicación política pero también por su carácter y forma de gobernar.

Roosevelt fue pionero en instaurar las ruedas de prensa semanales y Kennedy fue el co protagonista, junto a Nixon, del primer debate televisado entre dos candidatos a presidir Estados Unidos.

En cierto sentido, Trump por su carácter, presuntamente narcisista catalogado por algunos profesionales, revolucionará la forma de hacer política y de comunicar, dado que hasta el momento transmite información a través de su cuenta de Twitter.

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Probablemente asistiremos, perplejos, a la nueva forma de hacer política sostenida por su carácter, basado en un grandioso sentido de su propia importancia y superioridad, preocupado también por el éxito ilimitado, poder, brillantez o la creencia de sentirse un ser único y especial, comprendido solo por unos pocos capaces de encontrarse dentro de su estatus, pero sobre todo se trata de un ser con una necesidad de admiración excesiva y constante que sin embargo no es capaz de empatizar, lo que le convierte en una persona arrogante.

Pero solo el tiempo lo dirá y su cuenta de Twitter también.

Ángeles Gómez. Antigua alumna del Máster en Marketing político y Comunicación institucional de la UCV.

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