CULTIVANDO LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
¿Qué es la inteligencia emocional?, ¿por qué es importe trabajar en ella?. Desde el Servicio de Orientación queremos dar respuesta a estas preguntas en esta entrada.
No todo en la vida debe ceñirse a tener un buen expediente (que es importante). Como universitarios y futuros profesionales hay un aspecto muy importante que no podemos dejar a un lado: el hecho de que vivimos y trabajamos con personas. Personas que, al igual que nosotros, tienen incertidumbres, se cuestionan, sienten y padecen.
Por eso es importante cultivar este aspecto que se conoce como “inteligencia emocional”:
“La inteligencia emocional incluye las áreas de conocer y manejar las propias emociones, motivarse a uno mismo, reconocer emociones en otros y manejar relaciones” Goleman (1995).
Por tanto, la inteligencia emocional, se puede definir como la habilidad para percibir, evaluar, comprender y expresar emociones y la habilidad para regular y gobernar dichas emociones de forma que promuevan el crecimiento personal y emocional.
Nadie discute la necesidad de adquirir conocimientos técnicos y culturales que nos preparen para la vida profesional, pero en ocasiones la importancia de educarnos de forma integral, olvidamos la importancia que tiene el control y manejo de las emociones y los sentimientos para el adecuado desarrollo personal.
La inteligencia emocional hace referencia a una serie de cualidades que facilitan la vida universitaria. Entre otras:
- La empatía.
- La expresión y compresión de los sentimientos.
- El control de nuestro genio.
- La flexibilidad.
- La simpatía.
- La capacidad de resolver problemas interpersonales.
- La persistencia o tenacidad.
- La cordialidad.
- La amabilidad.
- El respeto.
Por ello, es importante aprender a controlar las emociones. Cada vez que dudamos ante una decisión, cada vez que tratamos de evaluar una situación…, no hacemos estas operaciones como lo haría un ordenador o cualquier otro ingenio de inteligencia artificial, sino que ponemos en juego todo nuestro bagaje personal y nuestra herencia cultural. De un modo especial, se hace evidente la influencia de los sentimientos y las emociones en el momento de las elecciones concretas, aquí y ahora.
Aprender a reconocer los sentimientos propios, ponerles nombre y atenderlos en su justa medida (saber cuándo y cómo expresarlos sin agresividad y sin culpabilizar a nadie ) es uno de los ejes del adecuado desarrollo personal. Es más, sólo cuando identificamos nuestros sentimientos y los jerarquizamos adecuadamente, somos capaces de empatizar con los sentimientos y circunstancias de los demás.
Según Daniel Goleman, los principales componentes de la inteligencia emocional son:
Autoconocimiento emocional (o conciencia de uno mismo): Capacidad de identificar lo que sentimos y ponerles nombre así como de conocer cómo nos afectan. Es muy importante conocer la influencia de nuestros estados de ánimo sobre nuestros pensamientos y elecciones.
Autocontrol emocional (o autorregulación): El autocontrol nos permite no dejarnos llevar por las emociones del momento. Es la capacidad de evitar respuestas incontroladas en situaciones de ira, provocación o miedo. Supone también percibir nuestro estado de ánimo sin dejarnos arrollar por él, de manera que no obstaculice nuestra forma de razonar y podamos tomar decisiones según criterios de valoración adecuados.
Automotivación: Dirigir las emociones hacia un objetivo nos permite mantener la motivación y fijar nuestra atención en las metas en lugar de en los obstáculos. En esto es necesaria cierta dosis de optimismo e iniciativa, de forma que seamos emprendedores y actuemos de forma positiva ante los contratiempos.
Reconocimiento de emociones ajenas: Las relaciones sociales se basan muchas veces en saber interpretar las señales que los demás emiten y que a menudo son no-verbales. El reconocer las emociones ajenas, aquello que los demás sienten y que se puede expresar por la expresión de la cara, por un gesto, por una mala contestación, nos puede ayudar a establecer lazos más realistas y duraderos con las personas de nuestro entorno. La empatía supone la capacidad de ponerse en lugar del otro, de sintonizar con él y ser consciente de sus sentimientos.
Relaciones interpersonales (o habilidades sociales): Cualquiera puede darse cuenta de que una buena relación con los demás es una de las cosas más importantes para nuestras vidas y para nuestro trabajo. Y no solo tratar a los que nos parecen simpáticos, a nuestros, amigos, a nuestra familia. Sino saber tratar también con aquellos que están en una “posición superior o contraria”, con nuestros jefes, con nuestros enemigos…
¿Cómo podemos gestionar adecuadamente las emociones?
- No despreciándolas. Las emociones en sí mismas no son buenas o malas. El problema aparece cuando por nuestra falta de autocontrol hacen daño, a nosotros o a otras personas.
- Siendo sensibles a las señales emocionales, tanto a nivel físico como psicológico.
- Investigando las situaciones y circunstancias que desencadenan esas emociones.
- Designando de forma concreta los sentimientos – poniéndoles nombre – y señalando las sensaciones que se reflejan en nuestro cuerpo, en lugar de hacer una descripción general (“estoy triste”, “estoy nervioso”…).
- Aplicando una técnica de relajación, con objeto de reducir el malestar a ansiedad que generan las emociones.
- Expresando, si procede, nuestros sentimientos a la persona que nos haya afectado, sin acusaciones ni malas formas, sino con mensajes personales (“mensajes Yo”) y detallando qué situación o conducta es la que nos ha molestado.
- Tomar distancia de los sentimientos y estados emotivos cuando éstos no sean los adecuados (p.e., no hacer caso a la ira…)